Dirigiendonos hacia el sur por la costa oeste, cada vez vamos a zonas mas despobladas, donde las ciudades grandes son de menos de 15000 habitantes y los pueblos pequeños los cruzas sin darte cuenta. Kilometros y kilometros de paisaje verde, que segun vamos dejando atras nos van acercando mas a las altas montañas de los Alpes del Sur, verdaderas cumbres nevadas de mas de 3000 metros que hacen que no tengamos ni un segundo de aburrimiento en la carretera al mostrarnos los diferentes paisajes que ofrece esta maravillosa isla del sur. Tan pronto estas inmerso en un escenario alpino digno de los mas abruptos entornos suizos, como ves aparecer entre colinas boscosas el bravo mar que lleva el nombre de Abel Tasman, como tantos otros parajes por el Pacifico sur.
Algo que se va haciendo menos habitual por esta zona es la influencia maori. En la isla del norte estabamos casi constantemente en contacto con la cultura indigena de Aotearoa (nombre maori de Nueva Zelanda) en forma de nombres de pueblos, lagos, montañas... Pero hubo una pequeña leyenda que nos conto el piloto del barco que nos llevo al principio de la ruta costera de Abel Tasman que me gusto especialmente.
Hay una piedra a la orilla del mar, con forma bastante esferica, que segun los cientificos contenia agua en su interior y en alguna glaciacion el agua convertida en hielo hizo que se partiera en dos, dandole una forma muy peculiar. El piloto nos acerco a la piedra y pudimos verla de cerca.
Segun la leyenda maori, el dios de la tierra y el dios de los mares se enzarzaron en una discusion por la propiedad de la piedra, entonces redonda. El dios de la tierra decia que era suya, ya que con la marea baja se podia caminar hasta ella. Pero con la marea alta, la piedra se convertia en una pequeña isla, con lo que la piedra pertenecia al dios de los mares, segun el. De tanto discutir, el dios de los mares se enfado y con su baston de guerra partio la piedra en dos. Desde entonces, cuando hay mala mar es porque el dios del mar esta enfadado por haber recibido la parte mas pequeña de la ahora conocida como Apple Split Rock (Roca Manzana Partida). Esta claro que esta leyenda es mucho mas creible que la teoria de los cientificos, no?
Pues hacia el sur que nos dirigiamos con nuestra querida Su, pasando por lugares con nombres tan sugerentes como Buller Gorge, Charleston, Paparoa National Park, Chesterfield o Hokitika, una pequeña ciudad dedicada casi por completo a la creacion de joyas en jade (nombre europeo), greenstone (nombre neozelandes) o pounamu (nombre maori). La verdad es que hacen verdaderas obras de arte con esta dura piedra verde usada por los maoris para hacer armas y como ornamento.
Pero nuestro destino principal por la costa oeste eran los glaciares Franz Josef y Fox. Se trata de dos de los mayores glaciares de la zona (hay mas de 100), en la vertiente oeste de los Alpes del Sur, las montañas mas altas de Nueva Zelanda, donde destaca el monte Cook con 3754 metros de altitud. En dos zonas bastante turisticas pudimos aparcar a Su para caminar un buen trecho hasta donde te dejan llegar para observar estas dos enormes moles de hielo con seguridad. Verlas de cerca te hace sentir muy pequeño.
Despues de los glaciares seguimos hacia el sur hasta el precioso pueblo de Wanaka, a orillas del lago del mismo nombre, y muy cerca del lago casi gemelo de Hawea.
View Larger Map Alli estuvimos un par de dias en los que tuvimos tiempo para hacer una ruta de unas 4 horas para ver otro glaciar, el Rob Roy, este mucho menos masificado que los anteriores. La vista es diferente, viendolo colgado de las montañas desde abajo, con lo que solo puedes ver una pequeña parte del hielo, pero me impresiono mucho mas que los otros por el lugar donde se encuentra, justo por encima del nivel de los arboles y porque tuvimos la suerte de ver un "pequeño" desprendimiento de hielo que nos dejo las cosas claras con respecto a quien manda aqui: la Naturaleza tiene un poder enorme.
De Wanaka continuamos al sur hasta Queenstown, una ciudad mas pequeña que mi pueblo pero bastante turistica, con opciones de deportes de aventura para todos los gustos. Con un catalogo de Bungy-jumping en la mano fuimos a dormir para ver que podiamos hacer por aqui.
Saltaremos?
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