Despues de algun malentendido en las condiciones, el 23 de enero firmamos el contrato que nos obligaba a estar el dia 28 antes de las 3 de la tarde en Adelaide. La ruta mas corta desde Sydney hasta Adelaide transcurre por el interior del pais entre aburridas granjas de vacas y ovejas, semideserticas en pleno verano austral. Pese a ser la mas corta, si no te desvias de la ruta llegas al destino habiendo recorrido mas de 1400 km. Nuestras condiciones eran que teniamos 6 dias, algo mas de 2500 km incluidos en el precio (110 euros en total, ) y nos pagaban 128 euros de gasolina. Un chollo, vaya. Sobre todo si piensas que el vehiculo que la compañia de alquiler (Britz) necesitaba tener el 28 en Adelaide era un Toyota Land Cruiser con una cama doble y una sencilla, nevera, fregadero y cocina con todos los utensilios y cubiertos incluidos. Y mas aun pensando que alquilar este 4X4 en condiciones normales nos hubiera costado la friolera de 640 euros, pagando aparte la gasolina...
Esta es una de las grandezas de Australia. Existen paginas web donde anuncian un listado de vehiculos que las compañias de alquiler necesitan en un lugar concreto un dia concreto y tu puedes conducirlo por muy poco dinero, y ademas te pagan parte de la gasolina. Sabemos que este servicio existe tambien en USA, Canada y Nueva Zelanda, probablemente debido a que estos paises son muy grandes para la poblacion que tienen, o para el turismo que viaja en campervans alquilados, y que les sale mas barato ofrecerlos por poco dinero que transportarlos largas distancias en camiones.
Asi que despues de que el señor Britz nos enseñara en un DVD las particularidades del Toyota que ibamos a conducir, puse la llave en el contacto y el tremendo V8 de 4500 cc se puso a rugir y a devorar el gasoil que tenia en los 2 depositos de 90 litros cada uno. 180 litros de gasoil son un detalle de lo largas que son las carreteras en esta isla llamada Australia. Nuestro destino inmediato era Melbourne, donde nos esperaba una pareja de Couchsurfers que nos ofrecio su bonita casa en las afueras (25 km!) de la ciudad un par de noches. Nada mas llegar Ruth y Steven nos ofrecieron una sabrosa cena de ensalada Thai y filetes de canguro marinado. Super bueno! La carne se parece mucho a la ternea. Pero debido a que son animales salvajes y generalmente no se crian en granjas, sino que son cazados tienen muy poca grasa y la carne es mas sana.
A la mañana siguiente fuimos a recorrer Melbourne, una ciudad de mas de 3 millones de habitantes que estaba en plena ebullicion al celebrarse el Open de Australia de Tenis. En la plaza central, Federation Square, pudimos ver un par de sets de Venus Williams contra una italiana sentados al solecito enfrente de la gran pantalla que ofrece los partidos en directo. Otra de las particularidades de esta bonita ciudad es que ofrece un servicio gratuito de tranvia y bus turistico que nos vino que ni pintado para er la ciudad en el poco tiempo que disfrutamos aqui.
Despues de haber vuelto a cenar a casa de Ruth y Steven, nos llevaron a las afueras de un barrio donde podiamos ver algunos canguros durante la puesta del sol. "Algunos" canguros se convirtio en una gran manada de simpaticos marsupiales que nos dejaban observarlos de cerca (unos 10 metros). Es gracioso verlos apoyados en sus fuertes patas traseras y so no menos fuerte cola, mientras te observan curiosos y se rascan con sus pequeñas patas delanteras.
Al dia siquiente salimos de Melbourne en direccion a la Great Ocean Road (Gran Carretera del Oceano), una carretera mucho mas interesante que la ruta mas corta, mucho mas larga pero catalogada segun Lonely Planet como una de las 10 mejores carreteras turisticas del mundo. No se si sera una de las mejores, pero nos costo mucho recorrerla debido a las paradas que haciamos para sacar fotos, estirar las piernas en una playa, tomar un cafe al lado de un camping rodeado de eucaliptos donde dormitan koalas, caminar un rato para ver los famosos "Doce Apostoles", unas formaciones calcareas muy curiosas esculpidas por la incesante lucha de las olas con los acantilados...
El ultimo dia de ruta recorrimos unos 700 km por una costa semidesertica de dunas y lagos de sal, por carreteras de interminables rectas con poquisimo trafico donde poniamos el coche a 100 km/h y asi estabamos una hora sin mover el pie del acelerador. Puede que este tipo de carretera sea aburrido, pero al ser nuestra primera experiencia de conducir por estos inhospitos parajes, se nos hizo incluso agradable.
Al llegar a Adelaide dejamos el coche, preguntamos por relocations para ir a Alice Springs, en el centro del pais, y reservamos una enorme caravana para 6 personas con tele, cocina, lavabo y ducha para ir del 11 al 16 de febrero por el desierto Australiano. Creo que esta vez tendremos mas lujos en la caravana de los que teniamos en nuestro piso en Barcelona... Mientras tanto, vamos a disfrutar de esta ciudad y sus alrededores durante casi un par de semanas. Las opciones son muchas y muy variadas: playa, montaña, surf, vida salvaje, viñedos, un viajecito a Kangaroo Island...
A ver que nos ofrece el sur de Australia.
jueves, 28 de enero de 2010
jueves, 21 de enero de 2010
A la conquista de Cocodrilo Dundeelandia
Hay que ver lo bien organizados que estan los kiwis. Pese a tener una red de buses algo deficiente en Auckland, pudimos ir desde casa de Karen al aeropuerto en una hora y evitando carisimos taxis o entrar al centro para coger el aerobus (unas 2 horas de trayecto). Hay un servicio de minibuses a los que llamas y te pasan a recoger por la puerta de casa y te llevan al aeropuerto por un precio muy razonable. Nosortos pagamos 25 euros por el trayecto, ibamos solos en el minibus, el conductor nos amenizo el viaje con sus historias de su paso por Europa hace 30 años... a falta de infraestructura publica, la competencia hace que haya calidad y buen precio en algunos servicios.
Nuestro primer vuelo con Quantas fue en un avion muy nuevo, con una tele en cada asiento (aunque no funciono en todo el viaje) y una comida aceptable. Le estamos cogiendo el gusto a esto de que te sirvan comida en los aviones. A ver como sera la vuelta a los "low cost" en el viejo continente... Esperando llegar a la calurosa y seca Australia, descendimos entre nubes a una tierra verde llena de playas de aguas transparentes, con yates y veleros de todo tipo entrando y saliendo a los innumerables puertos, barrios de casitas con jardin y piscina, un centro plagado de rascacielos, y alla abajo los dos iconos de esta joven y atrayente ciudad: el Harbour Bridge (Puente del puerto) y el edificio de la Opera, Opera House.
Aqui son muy estrictos en lo que puedes entrar al pais. Ademas de los articulos peligrosos, no te dejan entrar con zapatos o material de acampada con restos de tierra, para no dispersar plagas o nuevas especies dañinas, ni puedes entrar con fruta o comida no empaquetada. Nosotros nos hicimos amigos de Patricio, un filipino en el control de entrada que nos dejo comernos alli mismo una manzana y no rebusco dentro de la mochila para no ver el resto de fruta y un par de sandwiches que llevabamos. Al fin le he sacado provecho a la colonizacion de las Filipinas.
Despues de los tramites de entrada fuimos al tren que nos llevo por el centro de Sydney a un barrio residencial donde nos esperaba Art, nuestro anfitrion de Couchsurfing. En su espaciosa casa nos juntamos con otros huespedes: Alice, una inglesa que no paraba de hablar y Justin y Raina, una joven pareja de California en su primer gran viaje juntos y con los que hemos empezado una amistad que parece que va a durar un buen rato. Con todos ellos pasamos un fin de semana fantastico, en el que comimos y bebimos manjares que estaran en nuestra memoria gastronomica hasta el fin de los dias, fuimos a una playa de interminables dunas a hacer el loco con el 4x4 de Art, nos peleamos con las enormes olas de la orilla oeste del Mar de Tasmania en una lucha que sabiamos que teniamos perdida de antemano, saltamos y nos rebozamos en la fina arena dorada del norte de Sydney, Justin y yo hicimos de Drag Queens estilo "Priscilla, reina del desierto" entre risas de todos los invitados a la opipara barbacoa que nos ofrecio nuestro anfitrion, aprendimos un monton de la hospitalidad y sabiduria gastronomica y enologica de Art... Couchsurfing se esta convirtiendo en una aventura genial.
Con el liston tan alto, fuimos al centro de la ciudad donde habiamos quedado con Nancy, una coreana que nos acepto como huespedes en su garaje, donde tenia una cama doble. Despues de un fin de semana tan ajetreado nos vino bien estar ubicados cerca del centro para empezar a descubrir Sydney, la ciudad mas grande de Australia con 4,4 millones de habitantes, con una multiculturalidad impresionante, donde arte, gastronomia, moderna arquitectura, parques, playas, un puerto que ha sido descrito varias veces como el mas bonito del mundo y por supuesto el Harbour Bridge y la Opera House se unen para hacerte olvidar la falta de historia milenaria que todos los europeos creo que amamos de nuestros viejos cascos antiguos y que aqui tienen menos de 200 años.
Habriamos podido recorrer la ciudad en un par de dias, pero a los cuatro dias de estar alli decidimos irnos con la idea de que aun podiamos estar unos cuantos dias mas disfrutando de todo lo que esta ciudad ofrece. Sydney te hace sentir bien, Sydney te regala un calorcito que anima a subir a un ferry cualquiera para dejarte llevar a una de sus numerosas playas, Sydney tiene una vida nocturna adecuada para todos los gustos, con restaurantes, pubs, discotecas y un cielo estrellado que llena de romanticismo la vision del puente y la opera desde cualquiera de sus colinas, Sydney sabe explotar turisticamente la magnifica pesca que tiene ofreciendo los manjares que llegan al puerto directamente desde su "lonja" a muy buen precio en restaurantes sin demasiados lujos innecesarios, Sydney... engancha. Engancha tanto que no nos importaria vivir aqui una buena temporada. Volver a Barcelona, o a Europa aun no se desvanece, pero vivir en alguno de los sitios que vamos viendo por el camino no se habia hecho tan atractivo hasta visitar Sydney. A ver donde acabamos. Si es que acabamos.
Y aunque estuvimos muy bien con Nancy y con su interesante novio, Jason, con los que compartimos un arroz a banda con ajoaceite casero incluido (esparciendo cultura mediterranea alla donde vamos...), regado con un buen vino australiano que al fin nos ha hecho olvidar los faltos de cuerpo tintos neozelandeses, el jueves 21 nos fuimos en tren a pasar un par de dias a un Parque Nacional a menos de 200km de la ciudad antes de emprender nuestra aventura de 2000km en un 4x4 con cama y cocina incluida que habiamos reservado por relocation por 5$ al dia y con la gasolina pagada.
Los que no sepais que es relocation tendreis que esperar a la siguiente entrada.
jueves, 14 de enero de 2010
Y para acabar, un par de semanas de vacaciones
Mañana volamos hacia Sydney. Tengo ganas de ir, por todo lo que significa ese gran pais-continente llamado Australia (o OZ o Down Under): modernas ciudades, cultura milenaria aborigen renaciendo despues de la terrible persecucion llevada a cabo por los colonizadores europeos, clima extremo, incendios, inundaciones, dingos, canguros, koalas, wallabys, emus, serpientes, arañas, moscas, tiburones, medusas, cocodrilos, ornitorrincos, cerveza FRIA!, vinos tintos de calidad (al fin!), destino codiciado por viajantes europeos, nombres de ciudades, rios, montañas, que te hacen reir (Parramata, Kookaburra, Wollongong...), carreteras interminables, desiertos, inmensas granjas de ovejas en los desiertos y vallas antidepredadores en las inmensas granjas en los desiertos.
Hace poco termine un libro de James Woodford, The dog fence (La valla de perros), sobre una de las estructuras mas largas creadas por el ser humano, con 5400 km. En ella, Bill Sandow, un vigilante de la valla, tiene que pasar dias en el desierto en su patrulla por la valla. Resume el silencio del desierto durante la noche y lo solo que te puedes sentir en una frase: As long as you fart, you're still alive (Mientras te tires pedos, estas vivo).
Esa frase me hace prever que cuando lleguemos a Australia se habra acabado la educacion hiper-britanica de los neozelandeses. Los kiwis no suelen, por ejemplo tener frio. Ellos como mucho te preguntan si crees que parece que el tiempo esta empezando a ser un poquito mas fresquito. O no tienen hambre. Se dedican a dar alguna indirecta como dando a entender que puede que haga ya un poquito de tiempo mas del normal desde la ultima comida. Y si expresan sus sentimientos directamente es que ya estan congelados, o asados, o muertos de hambre, o necesitan verte urgentemente, o les va a estallar la vejiga... Y claro, despues de pasar unos dias con Karen tiene la impresion de que siempre me quejo de algo, cuando yo solamente expreso lo que me pasa o lo que siento, sin esperar ninguna reaccion. Diferencia de culturas, supongo.
Pero son encantadores. Los kiwis (humanos) no nos hicieron esperar mas de media hora en las carreteras de la peninsula de Coromandel haciendo autoestop despues de haber vendido a Su y haber decidido colgarnos la mochila de nuevo y probar esa forma de viajar que aun no habiamos experimentado en Nueva Zelanda. Parece ser que como nosotros recogiamos a cualquier autoestopista (no habia muchos) los dioses de la carretera se apiadaron de nosotros y nos regalaban un viaje con algun lugareño que amablemente se interesaba por nuestros paises y nuestros viajes y nos contaban los suyos y sus vidas.
Regan, el canadiense que vio el liquido negro salir del tubo de escape de Su, parece que entendia algo de mecanica y se convencio de que era solo condensacion de aire. Al final, despues de regatear y bajarnos el precio 100 dolares (ya la habiamos bajado 250 el dia anterior), la compro junto a Erin, su novia, por 3850 dolares. Creo que ha sido una buena inversion, ya que nosotros pagamos 3400 dolares por ella, pero nos habiamos gastado casi 600 dolares en reparaciones. 150 dolares, o 75 euros mas la gasolina creo que es un muy buen precio para el alojamiento y transporte durante tres meses por estas dos alargadas islas que forman Nueva Zelanda. Pero aparte del negocio, nos daba un poquito de pena despedirnos de Su, esa roja Masai que fue nuestro hogar, acompañandonos a visitar a todos nuestros amigos kiwis que tan amablemente nos han acogido, subiendo y bajando puertos de montaña a escasos 90 km/h, llevandonos a ver una naturaleza que tantas veces nos ha dejado con la boca abierta.
Y esta noche, mientras Karen le enseña a Andy fotos en blanco y negro de su niñez, siento que me cuesta escribir mas sobre Nueva Zelanda. Los que me conoceis sabeis que soy un culo de mal asiento. Me encanta esta pais, pero despues de tres meses ya quiero ir a Australia. Voy a ver el Opera House de Sydney. Voy a pasear por su puerto. Me siento afortunado. Pero mas bien, soy decidido. Pero creo que ya sabeis quien me ayuda a decidirme.
Andy, vamos ya a Australia?
Hace poco termine un libro de James Woodford, The dog fence (La valla de perros), sobre una de las estructuras mas largas creadas por el ser humano, con 5400 km. En ella, Bill Sandow, un vigilante de la valla, tiene que pasar dias en el desierto en su patrulla por la valla. Resume el silencio del desierto durante la noche y lo solo que te puedes sentir en una frase: As long as you fart, you're still alive (Mientras te tires pedos, estas vivo).
Esa frase me hace prever que cuando lleguemos a Australia se habra acabado la educacion hiper-britanica de los neozelandeses. Los kiwis no suelen, por ejemplo tener frio. Ellos como mucho te preguntan si crees que parece que el tiempo esta empezando a ser un poquito mas fresquito. O no tienen hambre. Se dedican a dar alguna indirecta como dando a entender que puede que haga ya un poquito de tiempo mas del normal desde la ultima comida. Y si expresan sus sentimientos directamente es que ya estan congelados, o asados, o muertos de hambre, o necesitan verte urgentemente, o les va a estallar la vejiga... Y claro, despues de pasar unos dias con Karen tiene la impresion de que siempre me quejo de algo, cuando yo solamente expreso lo que me pasa o lo que siento, sin esperar ninguna reaccion. Diferencia de culturas, supongo.
Pero son encantadores. Los kiwis (humanos) no nos hicieron esperar mas de media hora en las carreteras de la peninsula de Coromandel haciendo autoestop despues de haber vendido a Su y haber decidido colgarnos la mochila de nuevo y probar esa forma de viajar que aun no habiamos experimentado en Nueva Zelanda. Parece ser que como nosotros recogiamos a cualquier autoestopista (no habia muchos) los dioses de la carretera se apiadaron de nosotros y nos regalaban un viaje con algun lugareño que amablemente se interesaba por nuestros paises y nuestros viajes y nos contaban los suyos y sus vidas.
Regan, el canadiense que vio el liquido negro salir del tubo de escape de Su, parece que entendia algo de mecanica y se convencio de que era solo condensacion de aire. Al final, despues de regatear y bajarnos el precio 100 dolares (ya la habiamos bajado 250 el dia anterior), la compro junto a Erin, su novia, por 3850 dolares. Creo que ha sido una buena inversion, ya que nosotros pagamos 3400 dolares por ella, pero nos habiamos gastado casi 600 dolares en reparaciones. 150 dolares, o 75 euros mas la gasolina creo que es un muy buen precio para el alojamiento y transporte durante tres meses por estas dos alargadas islas que forman Nueva Zelanda. Pero aparte del negocio, nos daba un poquito de pena despedirnos de Su, esa roja Masai que fue nuestro hogar, acompañandonos a visitar a todos nuestros amigos kiwis que tan amablemente nos han acogido, subiendo y bajando puertos de montaña a escasos 90 km/h, llevandonos a ver una naturaleza que tantas veces nos ha dejado con la boca abierta.
Y esta noche, mientras Karen le enseña a Andy fotos en blanco y negro de su niñez, siento que me cuesta escribir mas sobre Nueva Zelanda. Los que me conoceis sabeis que soy un culo de mal asiento. Me encanta esta pais, pero despues de tres meses ya quiero ir a Australia. Voy a ver el Opera House de Sydney. Voy a pasear por su puerto. Me siento afortunado. Pero mas bien, soy decidido. Pero creo que ya sabeis quien me ayuda a decidirme.
Andy, vamos ya a Australia?
martes, 12 de enero de 2010
Miscelanea de ensoñaciones bizarras
Supongo que sera por una sobredosis de estupefacientes (he bebido un Red Bull) pero no se me ha ocurrido otra cosa que escribir sobre cosas extrañas o curiosas que hemos visto o hecho en nuestra etapa en Nueva Zelanda. No se que saldra de aqui, pero voy a escribir lo que se me ocurra.
Una de las primeras cosas que me sorprendio en este pais fue la facilidad que hay para comprar-vender un vehiculo. Nosotros tuvimos a nuestra Su comprada en lo que nos costo entrar a una oficina de correos y que nos imprimieran una nueva tarjeta a mi nombre con una simple firma del anterior propietario y con mi pasaporte. Los papeles de la furgo se limitan a una simple tarjeta de carton. Ademas, no hace falta seguro. Si tienes un accidente ya te apañaras. Y las señales de trafico se limitan a "sugerirte" la velocidad a la que tienes que entrar a una curva, no la prohiben. Pero las señales mas curiosas son las de paso de animales: pinguinos, focas, vacas, kiwis... hay de todo.
Subiendo al monte Cook, el mas alto del pais, adelantamos a un monton de grupos de japoneses, ya que suelen viajar en grupos, en bus, bajando a tomar fotos de la atraccion de turno o haciendo alguna caminata de unas horas como esta. Pero bajando, lloviendo y con un frio de mil demonios, nos cruzamos con un escoces. No es que le vieramos el pasaporte, sino que iba tan tranquilo con su falda de cuadros.
En Queenstown subimos al mega-columpio a un monton de metros de altura, al lado del bungy-jumping mas alto del mundo (creo) con 134 metros. Preparados para saltar habia un monton de veinteañeros, algunos intentando disimular el nerviosismo y otros demostrando que podian soportar el pensar que iban a saltar al vacio sobre un riachuelo alla abajoooooooooo....... Y un chico destacaba entre todos, al tener los arneses colocados... pero totalmente desnudo. Supongo que seria una promesa o una apuesta, no?
Por todo el pais abundan los lavabos publicos gratuitos. Algunos de ellos con musica y sensores para abrir y cerrar las puertas, ofrecer papel, agua, jabon e incluso la descarga de la cisterna es automatica. Normalmente la presion del lavamanos es exagerada y en casi todos acabas con la ropa salpicada de agua. En Kawakawa fuimos a unos muy curiosos diseñados por Frederick Hundertwasser en 1998. El resultado es una obra de arte, desde el techo de hierba, a bolas doradas, baldosas de ceramica, ventanas de botellas de cristal, azulejos de mosaico, decoracion de cobre, esculturas e incluso un arbol vivo integrado en la estructura. Digno de cualquier sueño gaudiano.
Puede que otro de los motivos por los que no saque ninguna foto desde la playa fuese que me lo habia imaginado todo. Todo eran recuerdos de otros viajes, otros momentos que tuve la suerte de presenciar y que vinieron a mi mente mientras no tenia otra cosa que hacer que mirar al mar, ver las olas como iban y venian, iban y venian...
Aparte de las visiones desde la playa, el resto no me lo he inventado.
Una de las primeras cosas que me sorprendio en este pais fue la facilidad que hay para comprar-vender un vehiculo. Nosotros tuvimos a nuestra Su comprada en lo que nos costo entrar a una oficina de correos y que nos imprimieran una nueva tarjeta a mi nombre con una simple firma del anterior propietario y con mi pasaporte. Los papeles de la furgo se limitan a una simple tarjeta de carton. Ademas, no hace falta seguro. Si tienes un accidente ya te apañaras. Y las señales de trafico se limitan a "sugerirte" la velocidad a la que tienes que entrar a una curva, no la prohiben. Pero las señales mas curiosas son las de paso de animales: pinguinos, focas, vacas, kiwis... hay de todo.
Subiendo al monte Cook, el mas alto del pais, adelantamos a un monton de grupos de japoneses, ya que suelen viajar en grupos, en bus, bajando a tomar fotos de la atraccion de turno o haciendo alguna caminata de unas horas como esta. Pero bajando, lloviendo y con un frio de mil demonios, nos cruzamos con un escoces. No es que le vieramos el pasaporte, sino que iba tan tranquilo con su falda de cuadros.
En Queenstown subimos al mega-columpio a un monton de metros de altura, al lado del bungy-jumping mas alto del mundo (creo) con 134 metros. Preparados para saltar habia un monton de veinteañeros, algunos intentando disimular el nerviosismo y otros demostrando que podian soportar el pensar que iban a saltar al vacio sobre un riachuelo alla abajoooooooooo....... Y un chico destacaba entre todos, al tener los arneses colocados... pero totalmente desnudo. Supongo que seria una promesa o una apuesta, no?
Por todo el pais abundan los lavabos publicos gratuitos. Algunos de ellos con musica y sensores para abrir y cerrar las puertas, ofrecer papel, agua, jabon e incluso la descarga de la cisterna es automatica. Normalmente la presion del lavamanos es exagerada y en casi todos acabas con la ropa salpicada de agua. En Kawakawa fuimos a unos muy curiosos diseñados por Frederick Hundertwasser en 1998. El resultado es una obra de arte, desde el techo de hierba, a bolas doradas, baldosas de ceramica, ventanas de botellas de cristal, azulejos de mosaico, decoracion de cobre, esculturas e incluso un arbol vivo integrado en la estructura. Digno de cualquier sueño gaudiano.
En la zona de Rotorua vimos piscinas de barro hirviendo, otras de aguas cristalinas, crateres sulfurosos de vapor... Una region geotermal muy bien indicada, con carteles de todo tipo indicandote por donde pisar para no destruir el inestable suelo. Entre otras cosas fuimos a ver el geyser Lady Knox. De camino hicimos mil conjeturas sobre porque cada dia exactamente a las 10:00 hace su visitada erupcion: que si por la temperatura ambiental, que si por la cantidad de agua, que si por la inclinacion del sol... hasta que descubrimos que no se activa hasta que le echan JABON! Si. Tanto cuidar el entorno y para atraer turistas echan jabon en un agujero de agua hirviendo y lo llaman geyser.
Subiendo una pendiente desertica en el Parque Nacional Tongariro el dia de Navidad, nos sentimos muy afortunados de disfrutar de un precioso dia soleado (a veces aqui escasean) y con muy poca gente haciendo la caminata. Sorprendente fue cruzarnos con un chico que llevaba colgada a la mochila una sierra. No supimos para que la llevaria hasta que en el refugio nos dijeron que era un trabajador del parque que habia cortado un arbol para decorarlo de Navidad... en una zona volcanica donde no vimos ni un arbol. Pero mas sorprendente aun fue ver a una pareja de checos, de Hradec Kralove para mas señas, con sus tres hijos de 3, 6 y 8 años con gorros de Santa Claus... en medio del calor del verano neozelandes.
Y ya para acabar, en el norte de la peninsula de Coromandel, en un alto en el camino en una playa de grava, mientras Andy y Karen buscaban conchas me sente a ver las olas ir y venir. De repente, a lo lejos vi una cola de ballena jorobada sumergirse, igual que la primera que vi en la isla de 'Eua, en Tonga. Nervioso por la vision, pense en buscar la camara, pero al mirar otra vez al mar pude ver un par de lomos de las ballenas salir a respirar, como los que veiamos desde el barco en Vava'u, al norte de Tonga. Ya no sabia si llamar a las chicas para que las vieran o darme prisa en encontrar la camara. Pensando en la camara, muy cerca de la orilla vi un grupo de juguetones delfines saltar como queriendo llamar mi atencion, como aquella vez que fuimos a bucear a las islas Cies en Galicia. Sin tiempo de coger la camara, quitar el protector del objetivo, regular el filtro polarizador... mire de nuevo y para mi sorpresa pude ver pasar un poco mas lejos un puñado de negras ballenas piloto, nadando rapidas como las que vimos desde la barca que nos llevo a nuestra inmersion numero cien en Taveuni, Fiji. Despues de eso ya deje de pensar en sacar fotos y me dedique a vivir ese momento en directo, no detras de la pantalla de la camara, pensando en que a veces estamos mas pendientes de dejar plasmada una imagen para poderla ver y enseñar mas tarde y no de disfrutarla al cien por cien en el momento que pasa por delante de nuestros ojos.
Aparte de las visiones desde la playa, el resto no me lo he inventado.
domingo, 3 de enero de 2010
Navidades en la luna
Estas no son las primeras navidades o fin de año que pasamos sin frio. Hace unos años tuvimos la suerte de ser invitados a la boda de los geniales David y Fer en Gran Canaria. Aunque no hacia frio y habia gente en la playa, el ambiente navideño español (o europeo) se dejaba notar en el ambiente. Pero aqui en las antipodas ha sido muy muy diferente a lo que estamos acostumbrados. Al fin, durante estas fechas hemos tenido buen tiempo veraniego, aunque sin un calor sofocante. Calorcito, dias largos y poca decoracion navideña nos dejaba sorprendidos al ver en el calendario que era 24 de diciembre y que teniamos que ir a un camping a preparar la cena de Nochebuena mientras esperabamos a Karen, que venia desde Auckland hasta el Parque Nacional Tongariro, en el centro de la isla del norte.
El dia de Navidad nos levantamos sin resaca debido a la ausencia de ambiente festivo durante la Nochebuena, pero habiendo compartido una buena cena con Karen, nuestra anfitriona en Auckland que se habia apuntado a hacer la ruta del Parque Nacional Tongariro con nosotros.
En el centro de la isla, en una zona con gran actividad geotermal debido a estar en la union de las placas tectonicas Pacifica y Australiana, se encuentra Taupo, un pueblo en la costa del lago del mismo nombre, el mas grande de Nueva Zelanda. Al sur del lago se encuentran tres imponentes volcanes de hasta 2.291 metros de altura, por los que transcurre la ruta norte que hicimos en tres agotadores dias de caminata por un paisaje lunar, arido, seco por la cantidad de piedra volcanica que rodea los crateres de estos volcanes. El primer dia, 25 de diciembre, tuvimos la suerte de disfrutar de las mejores vistas en un precioso dia sin nubes y sobre todo sin gente, ya que todos estaban celebrando la Navidad. Es una gozada subir casi sin gente la empinada ladera del volcan Tongariro con el perfecto cono del volcan Ngauruhoe a nuestra derecha y algo mas a lo lejos el masivo volcan Ruapehu con su cumbre siempre nevada, y llegar al Red Crater, un acantilado de puede que un centenar de metros de profundidad, que es uno de los crateres del Tongariro.
El dia de Navidad nos levantamos sin resaca debido a la ausencia de ambiente festivo durante la Nochebuena, pero habiendo compartido una buena cena con Karen, nuestra anfitriona en Auckland que se habia apuntado a hacer la ruta del Parque Nacional Tongariro con nosotros.
En el centro de la isla, en una zona con gran actividad geotermal debido a estar en la union de las placas tectonicas Pacifica y Australiana, se encuentra Taupo, un pueblo en la costa del lago del mismo nombre, el mas grande de Nueva Zelanda. Al sur del lago se encuentran tres imponentes volcanes de hasta 2.291 metros de altura, por los que transcurre la ruta norte que hicimos en tres agotadores dias de caminata por un paisaje lunar, arido, seco por la cantidad de piedra volcanica que rodea los crateres de estos volcanes. El primer dia, 25 de diciembre, tuvimos la suerte de disfrutar de las mejores vistas en un precioso dia sin nubes y sobre todo sin gente, ya que todos estaban celebrando la Navidad. Es una gozada subir casi sin gente la empinada ladera del volcan Tongariro con el perfecto cono del volcan Ngauruhoe a nuestra derecha y algo mas a lo lejos el masivo volcan Ruapehu con su cumbre siempre nevada, y llegar al Red Crater, un acantilado de puede que un centenar de metros de profundidad, que es uno de los crateres del Tongariro.
Tras la dura subida y las increibles vistas, nos esperaba una bajada mas dura aun por una inestable y pedregosa rampa que hacia que las botas se nos llenaran de grava a cada paso que dabamos. Pero abajo nos esperaban los Lagos Esmeralda, unos crateres inundados por un agua cristalina junto a los que pudimos hacer un alto en el camino para dar un respiro a nuestros maltrechos pies. Aunque para maltrechos pies los de Karen, que termino con unas llagas que le cubrian por completo los dos talones y con las uñas de los pies rojas de la presion al bajar, y que se convirtio en una visita al hospital al volver a Auckland donde le pusieron la antitetanica y le dieron un tratamiento con penincilina. Pero aguanto estoicamente los tres dias de ruta, en parte por el entrenemiento que varios años de trabajo en oficina no le han hecho olvidar, ya que ha viajado por medio mundo en misiones de paz con Naciones Unidas al ser una paramedico del ejercito neozelandes.
Cada final de etapa era una gozada al llegar a los bien acondicionados refugios donde podiamos cocinar y tener buenas conversaciones con el resto de gente que hacia la ruta, como tres jovenes israelis con los que pudimos hablar abiertamente del conflicto con los palestinos, dandonos una vision diferente a la que tiene la mayoria del mundo. Y no digo ni buena ni mala, sino diferente. Al final de la ruta, con 57 kilometros de pedregoso terreno recorrido en tres dias, nos esperaban unas piscinas termales en las que descansar nuestros apaleados cuerpos que nos supieron a gloria.
Despues de esta ruta fuimos a Taupo, donde el 29 de diciembre asistimos a un rodeo al mas puro estilo americano, donde toros de una tonelada se debatian en increibles saltos contra unos empecinados jinetes que se dejaban la piel intentando dominarlos. Aunque mas impresionantes eran los caballos salvajes, que con rabiosos rugidos, coces y saltos hacian que fuera incluso mas dificil para los jinetes mantenerse unos segundos encima de sus grupas. Incluso a uno de los jinetes se lo llevaron en ambulancia tras ser descabalgado tras unas incesantes embestidas del furioso caballo que intentaba domminar. Obelix siempre decia su famosa frase "Estan locos estos romanos", pero al ver a estos no-romanizados kiwis, me da la impresion de que todavia estan mas locos...
Y ya de camino a Auckland paramos en un camping a celebrar el año nuevo rodeados de gente, aunque si la Nochebuena fue algo sosa, la Nochevieja lo fue aun mas, y eso que conocimos a una pareja de Barcelona con la que compartimos la entrada en 2010. Pero de fiesta nada, ya que antes de la 1 ya estabamos en cama en la que podria ser nuestra ultima noche dentro de Su.
El dia 1 de enero ya nos dirigiamos a Auckland, a casa de Karen, para aprovechar el fin de semana para vender la furgo, nuestra querida Su, que nos habia llevado por este maravilloso pais, del norte al sur y del sur al norte, durante mas de 2 meses, recorriendo 7.720,8 km en los que nos habia dado algun quebradero de cabeza que esperabamos que no se repitiera al intentar venderla. Y es que no venderla se podia convertir en un grave problema para nuestro maltrecho presupuesto, deseoso de recuperar algo de los 1.700 euros que habiamos pagado por ella.
En Auckland hay dos grandes mercados al aire libre en el que los vendedores de coches pagan entre 10 y 20 euros por exponer su vehiculo. Un mercado bastante centrico es el sabado, y otro menos centrico pero mas grande, el domingo. Nosotros fuimos al del sabado, donde ya la habiamos comprado al llegar al pais para ahora intentar venderla, pero habia bastantes furgos en venta y pocos compradores, por lo que fuimos el domingo a intentar venderla. En este mercado nos vimos los mismos compradores y vendedores que el dia anterior, y muchos mas coches en venta mas bastantes mas compradores. Ya habiamos hecho algunos amigos entre los vendedores, e incluso aproveche para dar una mini-clase de español a un par de ingleses que iban a sudamerica en unos meses; habia que pasar el rato de alguna forma, visto el aburrimiento del dia anterior. Pero aqui habia mucho mas movimiento. Entre los muchos que se acercaron a ver a Su, un canadiense vio que al ponerla en marcha salia del tubo de escape un liquido negro que no daba muy buena impresion. Dijo que podia deberse a la condensacion del aire o a algo peor, que perdia aceite por algun motivo...
Ayayay... Faltaba una hora para cerrar, nuestros amigos del dia anterior ya habian vendido sus furgos y yo queria esconder la mancha negra bajo el tubo de escape de la nuestra.
Por favor, que alguien nos la compre!!!
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