Hay que ver lo bien organizados que estan los kiwis. Pese a tener una red de buses algo deficiente en Auckland, pudimos ir desde casa de Karen al aeropuerto en una hora y evitando carisimos taxis o entrar al centro para coger el aerobus (unas 2 horas de trayecto). Hay un servicio de minibuses a los que llamas y te pasan a recoger por la puerta de casa y te llevan al aeropuerto por un precio muy razonable. Nosortos pagamos 25 euros por el trayecto, ibamos solos en el minibus, el conductor nos amenizo el viaje con sus historias de su paso por Europa hace 30 años... a falta de infraestructura publica, la competencia hace que haya calidad y buen precio en algunos servicios.
Nuestro primer vuelo con Quantas fue en un avion muy nuevo, con una tele en cada asiento (aunque no funciono en todo el viaje) y una comida aceptable. Le estamos cogiendo el gusto a esto de que te sirvan comida en los aviones. A ver como sera la vuelta a los "low cost" en el viejo continente... Esperando llegar a la calurosa y seca Australia, descendimos entre nubes a una tierra verde llena de playas de aguas transparentes, con yates y veleros de todo tipo entrando y saliendo a los innumerables puertos, barrios de casitas con jardin y piscina, un centro plagado de rascacielos, y alla abajo los dos iconos de esta joven y atrayente ciudad: el Harbour Bridge (Puente del puerto) y el edificio de la Opera, Opera House.
Aqui son muy estrictos en lo que puedes entrar al pais. Ademas de los articulos peligrosos, no te dejan entrar con zapatos o material de acampada con restos de tierra, para no dispersar plagas o nuevas especies dañinas, ni puedes entrar con fruta o comida no empaquetada. Nosotros nos hicimos amigos de Patricio, un filipino en el control de entrada que nos dejo comernos alli mismo una manzana y no rebusco dentro de la mochila para no ver el resto de fruta y un par de sandwiches que llevabamos. Al fin le he sacado provecho a la colonizacion de las Filipinas.
Despues de los tramites de entrada fuimos al tren que nos llevo por el centro de Sydney a un barrio residencial donde nos esperaba Art, nuestro anfitrion de Couchsurfing. En su espaciosa casa nos juntamos con otros huespedes: Alice, una inglesa que no paraba de hablar y Justin y Raina, una joven pareja de California en su primer gran viaje juntos y con los que hemos empezado una amistad que parece que va a durar un buen rato. Con todos ellos pasamos un fin de semana fantastico, en el que comimos y bebimos manjares que estaran en nuestra memoria gastronomica hasta el fin de los dias, fuimos a una playa de interminables dunas a hacer el loco con el 4x4 de Art, nos peleamos con las enormes olas de la orilla oeste del Mar de Tasmania en una lucha que sabiamos que teniamos perdida de antemano, saltamos y nos rebozamos en la fina arena dorada del norte de Sydney, Justin y yo hicimos de Drag Queens estilo "Priscilla, reina del desierto" entre risas de todos los invitados a la opipara barbacoa que nos ofrecio nuestro anfitrion, aprendimos un monton de la hospitalidad y sabiduria gastronomica y enologica de Art... Couchsurfing se esta convirtiendo en una aventura genial.
Con el liston tan alto, fuimos al centro de la ciudad donde habiamos quedado con Nancy, una coreana que nos acepto como huespedes en su garaje, donde tenia una cama doble. Despues de un fin de semana tan ajetreado nos vino bien estar ubicados cerca del centro para empezar a descubrir Sydney, la ciudad mas grande de Australia con 4,4 millones de habitantes, con una multiculturalidad impresionante, donde arte, gastronomia, moderna arquitectura, parques, playas, un puerto que ha sido descrito varias veces como el mas bonito del mundo y por supuesto el Harbour Bridge y la Opera House se unen para hacerte olvidar la falta de historia milenaria que todos los europeos creo que amamos de nuestros viejos cascos antiguos y que aqui tienen menos de 200 años.
Habriamos podido recorrer la ciudad en un par de dias, pero a los cuatro dias de estar alli decidimos irnos con la idea de que aun podiamos estar unos cuantos dias mas disfrutando de todo lo que esta ciudad ofrece. Sydney te hace sentir bien, Sydney te regala un calorcito que anima a subir a un ferry cualquiera para dejarte llevar a una de sus numerosas playas, Sydney tiene una vida nocturna adecuada para todos los gustos, con restaurantes, pubs, discotecas y un cielo estrellado que llena de romanticismo la vision del puente y la opera desde cualquiera de sus colinas, Sydney sabe explotar turisticamente la magnifica pesca que tiene ofreciendo los manjares que llegan al puerto directamente desde su "lonja" a muy buen precio en restaurantes sin demasiados lujos innecesarios, Sydney... engancha. Engancha tanto que no nos importaria vivir aqui una buena temporada. Volver a Barcelona, o a Europa aun no se desvanece, pero vivir en alguno de los sitios que vamos viendo por el camino no se habia hecho tan atractivo hasta visitar Sydney. A ver donde acabamos. Si es que acabamos.
Y aunque estuvimos muy bien con Nancy y con su interesante novio, Jason, con los que compartimos un arroz a banda con ajoaceite casero incluido (esparciendo cultura mediterranea alla donde vamos...), regado con un buen vino australiano que al fin nos ha hecho olvidar los faltos de cuerpo tintos neozelandeses, el jueves 21 nos fuimos en tren a pasar un par de dias a un Parque Nacional a menos de 200km de la ciudad antes de emprender nuestra aventura de 2000km en un 4x4 con cama y cocina incluida que habiamos reservado por relocation por 5$ al dia y con la gasolina pagada.
Los que no sepais que es relocation tendreis que esperar a la siguiente entrada.
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