sábado, 24 de octubre de 2009

Por el lejano norte


Comprar la furgo fue relativamente facil y rapido. El viernes fuimos a un mercado de segunda mano y vimos una Nissan muy chula en buen estado y muy bien equipada para viajar, pero que no nos convencia del todo. El sabado fuimos a otro mercado y en un par de horas ya habiamos visto y probado la Ford que se convertiria en nuestra querida Su Masai. La hemos bautizado asi porque la matricula es SU447 y el parachoques delantero es como el labio de esas mujeres africanas que se ponen una especie de plato y se lo agrandan un monton. No sabemos si son Masai, pero es lo que se nos ocurrio en ese momento.

Asi que con la furgo bautizada salimos de Auckland a mediodia rumbo norte con la idea de llegar pronto al Cabo Reinga, la punta norte, y bajar relativamente rapido hacia la isla del sur. Todos dicen que la isla del sur es mas bonita, pero lo tiene que ser mucho para ser mejor que el lejano norte (ellos le llaman asi: The Far North). Es una sucesion de verdes pastos y frondosos bosques que unas veces ves acabar en acantilados y otras veces en playas de arena blanquisima. Los pastos muchas veces estan plagados de vacas y ovejas. Dicen que en Nueva Zelanda la relacion ovejas/habitantes es de 10 a 1: 40 millones de ovejas por 4 millones de habitantes. Y los bosques son un poco surrealistas, con enormes arboles muy parecidos a los europeos pero con helechos de todo tipo que llegan a medir mas de 3 metros de altura, dando un aspecto muy peculiar al paisaje.

Despues de haber dormido muy bien nuestra primera noche en Su, fuimos al bosque Waipoua Kauri Forest, uno de los santuarios de kauris del pais. El kauri es un gigantesco y milenario arbol que antes de la llegada de los europeos poblaba una gran parte de Nueva Zelanda, pero que desgraciadamente la buena madera y la goma que segregan hizo que los talaran hasta casi hacerlos deaparecer. Es una lastima ver estos majestuosos gigantes de hasta 16 metros de perimetro y pensar que la avaricia de los colonizadores los acabo convirtiendo en un vestigio de tiempos mejores...

De alli subimos hasta Opononi, un pueblecito en la entrada de una gran bahia parecida a una ria gallega o a un fiordo noruego por su tamaño e irregular costa. En la verde punta sur se encontraba el camping donde dormimos con vistas a la bahia y a la punta norte, una brillante gran duna de fina arena por la que ofrecen bajadas en tablas de snowboard. Veremos si cuando nos recuperemos un poco de la paliza que ha supuesto la compra de Su y todo el equipamiento para la fria primavera de las antipodas podemos apuntarnos a alguna de las muchas actividades que ofrecen los kiwis.

Entre bosques y pastos continuamos nuestra ruta parando en un par de parques donde paseamos por valles y montañas con unas enormes rocas que se desprendieron y rodaron valle abajo debido a los movimientos de la tierra hace unos cuantos millones de años, aprendimos un poco sobre el ave nacional, el simpatico kiwi, dimos un paseo nocturno por un parque donde puedes ver cientos de gusanos brillantes (brillan para atraer a sus presas, que atrapan en una especie de tela de araña) y continuamos maravillandonos ante el verde paisaje que se presentaba frente a nosotros en cada curva del camino.

En un pueblecito donde paramos a hacer unas compras, paramos a una pareja de autoestopistas que iban a casa, a unos kms mas al norte. Los dejamos en su casa y nos invitaron a cafe y a volver a visitarles el volver de la punta norte de la isla.

Acercandonos al norte el paisaje tenia una especie de mezcla entre la agreste flora del Mediterraneo, con sus arbustos duros acostumbrados al sol y el viento marino, y la frondosa verdor irlandesa, con continuos acantilados, bosques y pastos plagados de vacas y ovejas.

Ya en el Cabo Reinga, donde segun los maoris las almas de los muertos descienden a las profundidades en su camino a la eternidad, podiamos ver el fin del mundo desde el acantilado donde se encuentra el faro que indica el punto donde colisionan el Mar de Tasmania con el Oceano Pacifico. Es curioso estar mirando al ventoso norte, donde todos tenemos la idea de frio y mal tiempo, y pensar que realmente estas mirando hacia las calidas islas del Pacifico sur y el Ecuador.

Al volver hacia el sur, paramos en casa de Colin y Marcia (los autoestopistas) y nos quedamos a cenar y a dormir en Su, aparcada en su jardin. Al dia siguiente fuimos todos a pescar en su barco por la tranquila bahia de Houhora. Durante la mañana no pescamos nada, pero disfrutamos mucho de su compañia y de los sandwiches que nos zampamos en una solitaria y soleada playa de arena fina y blanca que nos calento un poquito del frio viento que nos persigue por todo el pais. Despues de comer volvimos a la pesca, esta vez con mucha mas suerte, pues pescamos un buen monton de maomao y kawahai, dos especies de peces locales de unos 30 y 50 cm respectivamente que cenamos muy al volver a casa. Pero antes de llegar al puerto, Colin se equivoco de ruta y terminamos encallados en la arena debido a la marea baja. Tuvimos que saltar al agua y empujar el barco un par de metros hasta que volvio a flotar y emprendimos otra vez el camino a casa entre risas, pero pensando en que menos mal que el fondo era de arena y no de dura roca...

Al dia siguiente, domingo 25 de octubre, nos despedimos por la mañana para seguir nuestra ruta hacia el sur, donde hemos vuelto a visitar a Karen en Auckland y nos esta dejando usar su ordenador para escribir esto y colgar alginas fotos en la galeria de Andy.

Con un cafe en el cuerpo y una calentita ducha dejaremos a Karen para ir a Rotorua, donde nos esperan unas aguas termales que espero que disfrutemos tanto como estamos disfrutando el norte del pais.

Su, rumbo al sur!

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