Pues no. Despues de una boda checa, aunque parezca raro no tenemos resaca. Si es que comer tomate antes de dormir es mágico. Y eso que parecía una boda gitana... A ver, se casaban Honza y Miša en Skřivany, un pueblecito de la República Checa. La boda empezó no muy bien por el incendio del establo de la familia de Miša, que tienen una granja lechera. Eso les provocó bastante mal rollo y una gran pérdida económica. Pero bueno, se casaron felizmente en una preciosa iglesia de madera y lo celebramos unas 60-70 personas en un local rural. Gran fiesta que terminó a las tres de la madrugada enlazando una comida con otra y un chupito con otro... sin parar. ¡Hasta bailamos polka! (la verdad es que Sergi bailó poco... ¡¡¡ya no aguanta na!!! Andy)
Si Andy me deja escribir os contaré que estoy escribiendo desde Domašin, donde vive mi suegro. Es otro mini pueblo poco comunicado del centro del país. Ahora vamos a cenar una barbacoa en el jardín y manana les haré una paellita. Madre mía, a ver que sale...
Bueno, si sobrevivo las cervezas y el slivovice casero de Štefan (50% de alcohol) el lunes volveremos a Praga, que tenemos otra despedida en casa de mi suegra.
Ahoj!
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